Astenia, la apatía que acosa las ciudades

La fatiga en sí misma es un cansancio extremo o debilidad generalizada que se puede manifestar tanto de forma física como emocional. La física suele aparecer a medida que va avanzando el día, debido al cúmulo de tensiones a las que exponemos a nuestro cuerpo, en cambio la emocional es más perceptible en la mañana. Cuando esta fatiga emocional se agudiza y se extiende en el tiempo provocando la sensación de falta de energía y motivación, de agotamiento o cansancio se denomina astenia.

La astenia no es sinónimo de somnolencia. Somnolencia y apatía (entendida como indiferencia) pueden ser síntomas de la fatiga normal tras el esfuerzo físico o la falta de sueño. Si no se alivia durmiendo bien, y con poco estrés, debe ser valorada médicamente.

La astenia es un síntoma presente en varios trastornos, caracterizado por una sensación generalizada de cansancio, fatiga, debilidad física y psíquica; con principal incidencia entre las personas de 20 a 50 años, y mayor preponderancia en las mujeres que en los hombres.

Otras causas frecuentes de astenia son las causas cardíacas y oncológicas por su gravedad, la ingesta de drogas y alcohol, la depresión y el embarazo en adolescentes, el síndrome de apnea obstructiva del sueño y el maltrato tanto a nivel escolar como familiar.

Se origina principalmente por el estrés aunque puede tener otro origen como por ejemplo la depresión.

La astenia puede afectar las funciones intelectuales: pérdida de la memoria, menor atención, concentración y vigilancia. Con frecuencia se evidencian otros trastornos psicológicos incluyendo una percepción alterada del mundo externo, trastornos de la personalidad y ansiedad.

La astenia también afecta las funciones sexuales produciendo una disminución del apetito sexual y una disminución eréctil. Los trastornos físicos más comunes son la pérdida del apetito, fatiga muscular y trastornos del sueño.

Siendo un proceso adaptativo del organismo, no existen tratamientos específicos para curar la astenia, por lo cual no existen medicamentos curativos como tales De todas formas, sí existen algunas praxis que ayudan a que el cuerpo y la mente se adapten con mucha mayor facilidad.

¿Cuáles son los hábitos que nos ayudan?, ¿qué hábitos nos conviene adoptar?, ¿cómo podemos colaborar con nosotros mismos?

La mejor prevención siempre será aprender a gestionarnos emocionalmente de una manera saludable. ¿Eso cómo se hace? Cogiendo como guías nuestras propias emociones. Éstas nos servirán de brújula, mientras que las de sensaciones positivas nos indicarán que vamos por el camino adecuado, las de sensaciones más molestas nos dirán que algo debemos cambiar para acercarnos al equilibrio que buscamos. ¿Por qué fijarnos en las emociones y no en el pensamiento.? No son excluyentes, pero mientras que el pensamiento es algo que nos puede engañar, ya que ejercemos cierto control sobre él mediante nuestro sistema de creencias, las emociones se sobrevienen en nuestra mente de manera abrupta, son innatas. Yo no elijo de quien me enamoro, simplemente me enamoro. ¿Y por qué hablamos de sensaciones emocionales positivas o negativas y no de emociones positivas o negativas sin más? Porque todas las emociones son positivas, otra cosa es que sean agradables o no, pero todas nos están queriendo decir algo. Nuestro deber es averiguarlo.

Dicho esto, ¿Cómo combatimos la fatiga emocional cuando ya se ha convertido en nuestra compañera de viaje?

  • El primer paso siempre será reconocerla. Podemos pensar que no hay un motivo aparente, pero lo hay. Todo es consecuencia de algo: una decisión, un pensamiento, una mala gestión del tiempo, etc. Ejemplos que la desencadenan: preocupación excesiva, asuntos sin resolver, desorden mental, discusiones diarias, problemas en el trabajo a los que no se le ve salida, relaciones tóxicas, etc.
  • Una vez identificamos el origen de tal fatiga entonces nos tenemos que enfrentar a ella, una buena manera de hacerlo puede ser calmar la mente. Ayudémonos de ejercicios de respiración meditación, mindfulness, etc. Este tipo de ejercicios bajan el ritmo cardíaco y con ello nos empieza a invadir una sensación de paz y relajación muy placentera. La biodanza es también una actividad muy recomendada por su capacidad de favorecer estados anímicos positivos, al mismo tiempo que supone una actividad grupal lúdica y termina con ejercicios que favorecen la relajación.
  • Dormir las horas suficientes. El ciclo del sueño no se puede ver alterado porque si no se desregula nuestra mente. Se necesitan ciertos hábitos diarios y dormir al menos ocho horas.
  • La alimentación es fundamental, por lo que evitar las comidas pesadas y comida rápida representa una gran ayuda. Hay alimentos que nos ayudarán como los cereales, las legumbres, las frutas y verduras de temporada. Evita el exceso de grasas saturadas y colesterol y aumenta la presencia en la dieta de ácidos grasos poliinsaturados, como los omega-3, abundantes en el pescado azul y en productos enriquecidos.
  • Hidratarnos bien. El agua es como la gasolina de nuestra mente. Beber dos litros al día y veréis que os sentís más serenos. Yo siempre recomiendo beberse al menos un buen vaso de agua nada más levantarse, ya que al llevar tantas horas durmiendo el cerebro está menos oxigenado, de este modo lo ayudaríamos a despertar de una forma mucho más activa y beneficiosa para el buen funcionamiento de los patrones mentales.
  • Realizar ejercicio físico, ayudará a eliminar toxinas y generará endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad. Este ejercicio físico debe realizarse de una forma regular y continua al menos durante una hora tres veces por semana. Un ejercicio perfecto puede ser simplemente andar a un ritmo medianamente elevado para activar el flujo cardiaco y favorecer la secreción hormonal.
  • Aprender a establecer prioridades. No se puede abarcar todo a la vez, establecer una lista de pequeñas metas alcanzables y abordarlas de una en una, favorecerá el aumento de la confianza al sentirnos reconfortados cada vez que vayamos consiguiéndolas. Imprescindible incluir en esa lista de prioridades aquellas actividades o situaciones que nos ayuden a sentirnos bien, al menos
  • Hay que saber decir no, establecer límites. Debemos ser el centro de nuestra vida, ni otras personas, ni el entorno, nosotros. ¿Nos convierte esto en egoístas? Por supuesto que no, para estar bien con los demás debemos primero estar bien con nosotros mismos.
  • Comunicarnos asertivamente es decir, decir lo que pensamos y sentimos sin caer en conductas sumisas o reproches. Una buena comunicación es la solución a muchos malestares emocionales.

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