Para que exista comunicación es imprescindible que nos oigan y que nos escuchen. La diferencia entre oír y escuchar está en la intención. Escuchar es algo que se hace intencionadamente, mientras que oír es algo que sucede independientemente de nuestra voluntad. Por eso, podemos oír sin querer pero para escuchar es necesario tener apertura y orientación al otro y al entorno.
Oír se hace de manera pasiva, se trata simplemente de percibir vibraciones de sonido. Oír significa percibir con el sentido del oído las palabras que se hablan y los sonidos que nos llegan. No es más que un aspecto fisiológico relacionado con las sensaciones.
En cambio escuchar implica, además de oír, interpretar lo que se oye. Escuchar involucra otros cuatro sentidos para ayudarnos a entender las palabras que se dicen y las sensaciones que percibimos.
Escuchar por tanto, supone disponer de la capacidad de captar el mensaje en toda su amplitud, no sólo prestando atención a lo que se percibe verbalmente, sino también a lo que observamos a través de la comunicación no verbal: tono, lenguaje corporal y postural, etc. Podemos decir entonces que se trata de entender, comprender y dar sentido a lo que se oye.
Escuchando añadimos significado al sonido. En resumen, escuchar es oír más interpretar.
Escuchar = oír + interpretar
Las principales diferencias entre escuchar y oír podrían resumirse de la siguiente manera:
- Escuchar pertenece al orden interpretativo frente a oír que se incluye en el territorio fisiológico.
- Escuchar implica la interpretación dando significado al sonido y a las sensaciones que recibimos de los sentidos, mientras que oír conlleva percibir simplemente el sonido.
- Escuchar es activo frente a oír que es pasivo. Podemos dejar de escuchar cuando queramos.
- Escuchar implica la realización de un esfuerzo físico y mental. Mientras que para oír no es necesario dicho esfuerzo.Escuchar requiere oír e interpretar cualquier otra señal que complemente el mensaje.
Se escucha de manera activa, por ello los psicólogos utilizamos el término de Escucha Activa al referirnos a este primer paso de la comunicación. La escucha Activa es imprescindible para poder relacionarnos de una manera emocionalmente saludable. Escuchando creamos un clima propicio para la comunicación.
- Escuchando demostramos interés por nuestro interlocutor.
- Escuchando mostramos respeto y compresión.
- Escuchando podremos encontrar puntos comunes que nos permitan desarrollar la relación.
- Escuchando reducimos los malentendidos y los conflictos.
- Escuchando nos ganamos la confianza de nuestro interlocutor.
La escucha activa supone un nivel de apertura y orientación hacia el otro imprescindible para que exista comunicación real y afectiva. A través de la escucha activa conseguimos además empatizar con los otros y con el mundo que nos rodea.
La empatía puede ser descrita como un sentimiento que hace que alguien pueda sentir lo mismo que otra persona a pesar de no estar pasando por la misma situación; la empatía permite a alguien sentirse cercano al dolor o al sufrimiento de otra persona debido a que le tiene cariño, o simplemente por una cuestión de ética y de emoción humana que hace que incluso uno pueda sentirse angustiado al ver a otra persona sufrir.
Escuchar nos permite interaccionar desde el respeto, permitiendo la posibilidad de reconocer y entender nuestro entorno desde nuestra posición más humana, relacionándonos con él desde nuestro pensamiento, nuestra emocionalidad y nuestra corporalidad. La comunicación supone además que este ejercicio majestuoso se de en ambas direcciones porque igual que escuchamos, también nosotros nos comunicamos y permitimos a los demás impregnarse de nuestra esencia y compartir con nosotros.
Y es desde esta posición y no desde ninguna otra desde donde se construye un mundo de entendimiento, de comprensión, de enriquecimiento mutuo y de colaboración. Os invito por tanto a escuchar mejor que oír: a los demás, a la naturaleza, a vosotros mismos, porque solo así es posible el encuentro.