Los diabéticos y sus familias, aspectos psicológicos

Lo que acontece en el núcleo familiar afecta a sus miembros de la misma forma que cada una de las personas que integran la estructura son moldeadas y afectadas por la inercia de esta supraestructura y los acontecimientos de sus miembros.

La diabetes, como cualquier enfermedad que acontece a un miembro de una familia, convulsiona y conmueve a todo el núcleo en el momento de su debut. No obstante, el carácter crónico y estable (si se trata adecuadamente) permite que poco a poco tanto el paciente como su entorno interioricen y normalicen esta nueva realidad.

EL PAPEL DE LA FAMILIA EN EL MOMENTO DEL DEBUT O DIAGNÓSTICO

El momento del diagnóstico supone una crisis vital para el individuo y para su círculo familiar. La brusquedad del debut, la edad del paciente, las circunstancias personales y el contexto familiar determinarán la intensidad de este momento traumático: no es igual el colapso familiar que supone un debut infantil de diabetes tipo 1 sin antecedentes familiares que el comienzo de la enfermedad en un adulto de 60 años con diabetes tipo 2.

Un diagnóstico de diabetes supone una crisis y conlleva un proceso de adaptación, aceptación y habituación, pero existen circunstancias diferentes tanto en la gravedad y brusquedad con la que aparece la enfermedad, como en relación con las herramientas y conocimientos del paciente y de su entorno que conforman vivencias muy diferentes del momento.

En el debut el foco ha de estar en el paciente, en su bienestar físico, emocional y mental, pero también la familia debe incluirse activamente en este proceso de comprender la enfermedad y la forma de proceder en cada situación, la aceptación de la enfermedad con todo lo que ello supone y su habituación a la nueva situación.COMPRENDER LA ENFERMEDAD. Conlleva entender el tratamiento y los múltiples factores que influyen en la enfermedad, familiarizarse con los términos, con los productos, con los nuevos hábitos. Comprender la enfermedad y los factores que influyen en ella, por un lado permitirá al paciente adulto o a los padres/tutores de los menores controlar fáctica y emocionalmente la nueva situación de tal forma que en un tiempo razonable pueda conformarse un escenario de nuevas rutinas y por otro implementar los procedimientos que garanticen el bienestar del paciente y aporten seguridad y tranquilidad a todos.

ACEPTAR LA ENFERMEDAD. Supone:

  • Ser consciente y consecuente con la cronicidad de la enfermedad; es decir, la vida del paciente y de las personas que lo acompañan vitalmente de cerca no volverá a ser nunca igual, aunque no por ello peor.
  • La necesidad de transformar hábitos alimenticios, de horarios, de descanso, de deporte, de estresores, los controles de glucemia y la insulina y tener la actitud positiva suficiente para extraer lo bueno que puede haber en ello, cómo combinar todo ello para que dé como resultado una vida más saludable para toda la familia y una estabilidad en los niveles de glucemia del paciente.

 

HABITUACIÓN DE LA ENFERMEDAD. Es necesario un periodo de tiempo cronológico para que esto suceda, que dependiendo de varias variables (las citadas sobre el debut y las características psicológicas de paciente y los miembros de la familia) será mayor o menor. Inevitablemente, una vivencia saludable de la enfermedad y los condicionantes y circunstancias que la acompañan pasa por normalizar todo ello, hasta el punto que pase a ser la nueva realidad del paciente en primera instancia y de la familia con la que se comparte la vida también.

Estos procesos no siempre son fáciles porque muchas veces conmueven pilares psicológicos básicos tanto del paciente como de sus familiares. Las expectativas, los planes, la sensación de seguridad, el afrontar la enfermedad o la pérdida de salud, el miedo, la sensación de incapacidad, así como la aceptación de los cambios de hábitos. No hay que perder de vista que tanto los enfermos como sus familiares somos humanos y muchas veces necesitamos de un apoyo psicológico especializado que nos ayude a colocar todas estas cuestiones en nosotros de forma saludable.  www.anaocaña.com

 

EL PAPEL DE LA FAMILIA DE UN PACIENTE CON DIABETES

La diabetes es una enfermedad física pero con muchas connotaciones psicológicas. La diabetes tiene la ventaja de ser una enfermedad que invita a quien la padece (y a su entorno cercano) a los hábitos saludables. En este sentido, además de los hábitos alimenticios y el ejercicio físico que quizá sean los aspectos más conocidos y tenidos en cuenta, es interesante entender otros hábitos psicológicos igualmente beneficiosos para todos:

  • Los hábitos de descanso y sueño. La diabetes es una enfermedad estrechamente ligada a cualquier factor que afecte al organismo incluido el ciclo sueño-vigilia. Es imprescindible para las personas que padecen diabetes mantener una constancia en el ritmo de sueño que garanticen por un lado el suficiente tiempo de descanso y por otro lado el ajuste con los ciclos día-noche puesto que el comportamiento de hormonas que afectan directamente al índice glucémico se relacionan con ellos (fenómeno del alba y efecto Somogyi, especialmente importantes en la infancia y adolescencia).
  • Las alteraciones emocionales. Una de las características relevantes de la diabetes es que es una enfermedad con una gran afectación emocional en ambos sentidos:
  • Cualquier estado emocional afecta a los índices glucémicos. El estrés, las discusiones, las circunstancias tristes, pero también la euforia y la excitación sana alteran las glucemias del paciente. Estas circunstancias modifican la composición hormonal de nuestro organismo pero en personas sanas se autoajustan y en los pacientes con diabetes se ponen de manifiesto.

En este sentido, además de tenerlo en cuenta de cara a controles irregulares y posibles necesidades de corrección cabe sacar la lección para todos de entender la conveniencia de aprender a gestionar nuestras vidas con el menor nivel de estrés, de conflicto y percepciones negativas de la realidad posible. Esto no supone negar la realidad ni obviarla sino aprender herramientas y hábitos que nos ayuden a tener una vida emocional lo más saludable posible.

Hábitos como la meditación, la práctica de ‘mindfulness’, visitar a un psicólogo de tanto en cuando para actualizar nuestra emocionalidad y cuidar la forma en la que nos expresamos son cuestiones sencillas que nos ayudan tremendamente a tener una vida psicológica y emocional mucho más saludable y satisfactoria.

 

Cualquier alteración de la glucemia afecta a los estados emocionales. Cada paciente tiene su expresión emocional particular en las hipoglucemias y en las hiperglucemias. No obstante en términos generales:

Síntomas psicológicos de hiperglucemia

  • Irritabilidad, pudiendo llegar a comportamientos semejantes a fases maniacas.
  • Hipersensibilidad, puede ser que rompan a llorar sin motivos justificados y se ofendan por nimiedades. La sensación de vulnerabilidad suele ser bastante frecuente.
  • Cierta incoherencia cognitiva y falta de atención.
  • Desconexión cognitiva y emocional. Es decir, se puede tener un pensamiento al mismo tiempo que se siente una emoción no consonante con el mismo.
  • Apatía extrema y sensación de cansancio excesivo no consonante con el esfuerzo físico realizado. Somnolencia.

Síntomas psicológicos de hipoglucemia

  • Descoordinación psicomotriz. Movimientos asincrónicos  o raros poco coordinados y ágiles.
  • Incoherencia al hablar o cierta sensación de “lengua de trapo” o de no encontrar las palabras adecuadas o tener un discurso menos fluido de lo habitual.
  • Desorientación tempo espacial.
  • Pasividad y cierta atonía. Mayor lentitud de lo habitual (a nivel cognitivo y psicomotriz), aspecto de estar un poco perdido y postura como excesivamente relajada.
  • Resistencia a admitir que no están bien, pasividad.
  • Sensibilidad extrema o anestesia emocional excesiva.

Además, la diabetes es una enfermedad psicosocial en el sentido de que el entorno influye sensiblemente en el paciente.

  • En este sentido, en la medida en que la familia tenga una actitud positiva y colaboradora hacia el paciente y sus necesidades, se incrementará tanto la seguridad emocional como el compromiso del paciente con el tratamiento y las pautas a seguir; como la estabilidad de los índices glucémicos derivada de la estabilidad emocional del entorno y del paciente.
  • Por otra parte, en la medida en que la pareja y la estructura familiar sea saludable psicológicamente aceptará con resiliencia y actitud positiva las circunstancias propias de la enfermedad ayudándose y colaborándose mutuamente tanto en este aspecto como en tantos otros acontecimientos y circunstancias que la vida nos brinda.

 

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